Se llama fosa común al lugar donde se entierran los cadáveres que por diversas razones no tienen sepultura propia. Las fosas comunes han sido, a lo largo de la humanidad, un método muy usado para disponer de los cadáveres de dos o más personas.
Las fosas comunes se utilizan en
caso de catástrofes naturales y epidemias cuando existe riesgo de
contagios masivos. Durante la época de la peste negra, por ejemplo, se
abrieron fosas comunes para contener los cadáveres de los infectados con
este mal.
Más comúnmente, las fosas comunes son propias de guerras.
Durante la represión franquista practicada tras el levantamiento militar
de 1936, hubo en España miles de ellas situadas en cunetas, tapias de
cementerios o a las afueras de los pueblos y ciudades.
En Andalucía nada
más se cuentan por el momento setecientas ocho fosas. Durante la
Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, los nazis las utilizaron como
entierro de judíos asesinados, en algunas ocasiones incluso arrojaban
cuerpos aún con vida.