El Asalto al Congreso 24 de enero de 1848

"El Asalto al Congreso 24 de enero de 1848"El primero de marzo de 1847 el General combatiente en la independencia, José Tadeo Monagas asumía la presidencia, con 62 años de edad. Monagas era para la época uno de los hombres más ricos e influyentes, no solo del oriente del país sino de toda Venezuela.
Su prestigio venía de haber formado parte del ejército Libertador y además de haber llegado a la presidencia con la bendición del General Páez, quién pensó podría mantener su influencia sobre Monagas.Sin embargo, rápidamente Monagas ejercería la presidencia con total autonomía y sin la tutela del General Páez.
Los acontecimientos: Cerrando 1847, Monagas fue capturando para su voluntad todos los poderes del Estado; esto causaba asombro a propios y extraños y no dejaba de causar desconcierto de manera especial al General Páez.
Para 1848 ocurren algunos de los actos más lamentables de nuestra historia republicana, actos que responden a caprichos de los que han pretendido manejar el Estado según su voluntad. El 24 de Enero de 1848 será por siempre fecha recordada en la historia de Venezuela, pues aquel día perece la hegemonía del Partido Conservador y el predominio personalista del General José Antonio Páez en la política nacional.
El “Centauro del llano”, laureado caudillo de la Guerra de la Independencia, ha sostenido las riendas del poder durante 18 largos años. Él y su camarilla, un grupo de hombres que la prensa opositora y el Partido Liberal han bautizado como “La Oligarquia”, ha gobernado Venezuela durante casi dos décadas sin que su poderío se vea amenazado. 
Su leyenda guerrera y la fama de hombre bueno, conocedor de todo y único prócer capaz de hacer respetar la Constitución, las leyes y el Gobierno, se han erosionado en la mente de sus contemporáneos y pronto quedarán sepultadas bajo las arenas del reloj. 
"Antiguo Convento de San Francisco"
Entonces, la decisión de apoyar la candidatura presidencial del General José Tadeo Monagas se convierte en el principio del final a la incuestionable autoridad del “Héroe de las Queseras del Medio”.
El Presidente Monagas es dueño de un temperamento fuerte y agresivo, atributo que no tarda en colocarlo en condición de jefe absoluto del Gobierno. 

Comienza su período haciendo renunciar a los gobernadores legalmente elegidos por las diputaciones provinciales, promueve la salida del doctor Angel Quintero, del Ministerio de Relaciones Interiores, y le conmuta la pena de muerte a Antonio Leocadio Guzmán por el exilio. Estas medidas cortarán, de manera definitiva, los lazos políticos que lo unen al General Páez.
La actitud del Oriental se convierte en una revolución que promueve un nuevo orden y cuyas consecuencias pueden ser favorables en la lucha por la libertad, la consolidación del orden público y la paz republicana. Así lo piensan muchos, pero están equivocados. 
Con cada día que pasa, crece el descontento y el descrédito del nuevo Gobierno, así como también la desconfianza en un régimen que no hace más que paralizar la industria, ahuyentar el comercio y desquiciar a la ciudadanía.  
"Convento de San Francisco, actual sede del Palacio de Las Academias"
Los curules del Congreso Nacional se encuentran ocupados por hombres cultivados y ponderados, personajes que se han ganado un puesto en el Poder Legislativo gracias a la fama y apoyo que han cosechado en sus provincias. Individuos que tienen influencia y se rigen por un código moral y de honor, ese que respeta debate de ideas y condena los actos de violencia.
A las dos de la tarde del 23 de enero de 1848, se instalan las Cámaras Legislativas con el quórum exigido por la Constitución y, en su primera sesión, nombran como presidente del Poder Legislativo al Sr. Mariano Fernández Fortique, y aprueban la moción de trasladar el Congreso Nacional a Puerto Cabello. 

La mayoría parlamentaria pretende destituir al Presidente Monagas y, por primera vez en un par de años llenos de atropellos, la oposición a este nuevo estilo de gobierno tiene la posibilidad de dar término su mandato constitucional por la vía legal y sin la necesidad de usar las armas.
Diputados y Senadores abandonan las barras del Congreso Nacional y, desde ese mismo instante, empiezan a circular rumores en la Plaza San Francisco y distintas calles y esquinas de la capital.  Los Conservadores alegan que Monagas desea disolver el Legislativo y los Liberales dicen que el Congreso aspira acabar con la presidencia de Monagas, ambos bandos alegan que en Venezuela se esta gestando un golpe de estado.
Al día siguiente, 24 de enero, reina la confusión en Caracas. Los milicianos de ambos bandos han empezado a presentarse en distintos cuarteles solicitando, entusiasmados, la repartición de armas para formar batallones y así cumplir con el deber de entregar su vida por la causa.  Entonces el Sr. Fernández Fortique ordena al coronel Smith levantar una guardia de 200 hombres para velar por la integridad los parlamentarios y custodiar la sede del Legislativo.  
Al mediodía se presenta el Ministro Tomás José Sanabria para leer el mensaje anual del Presidente Monagas. El Congreso propone que este permanezca en el recinto y decide citar al General Francisco Mejía, Ministro de Guerra y Marina, y al Sr. Rafael Acevedo, Ministro de Hacienda y Relaciones Exteriores, para que estos rindan informe sobre la situación política del país y las medidas de seguridad adoptadas para enfrentar la crisis.
Afuera, en la plaza, se han congregado turbas de adeptos a los dos partidos. Todos ellos se arriman al sitio con ánimos de defender la posición de los suyos. No tarda la cosa en volverse un despelote y el ambiente termina de encenderse cuando empieza a circular entre la multitud el rumor que el Ministro Sanabria ha sido secuestrado y asesinado en el Congreso.
Entre gritos y empujones, la turba de liberales, armada de garrotes, piedras y puñales, se arroja contra las puertas del Legislativo. La guardia hace uso de la bayoneta y los conservadores se unen a las fuerzas del coronel Smith en un intento desesperado por defender las puertas del recinto, caen así los primeros muertos de la jornada y, en menos de una hora, la diminuta villa de los techos rojos se sumerge en una orgía del terror.

Dentro del Convento San Francisco, sede del Congreso, se escucha el alboroto de la Plaza y Juan Vicente Gonzalez levanta la voz para llamar a los representantes a morir en sus curules, como los senadores romanos.
La guardia no es capaz de contener el ataque de la turba y el coronel Smith es apuñalado mientras intenta cerrar las puertas del Legislativo.  La masa enardecida cruza los umbrales del edificio y cunde el pánico entre los representantes. Muchos de ellos logran escaparse por las ventanas y corren por los tejados hasta refugiarse en las casas colindantes. No tienen la misma suerte los congresistas Jose Antonio Salas, Francisco Garcia Argote, Juan García y Santos Michelena, quienes pierden la vida a manos de la muchedumbre.
El Presidente Monagas, sobre su palafrén y acompañado de sus edecanes armados, se presenta en la Plaza a poner orden en el desorden. La masa lo vitorea al verlo llegar y le abre el camino dando vivas al Partido Liberal y clamando por la muerte de la oligarquía conservadora.
Por primera vez en la historia de esta nueva República, tiemblan los conservadores. Aterrados por los sucesos de este funesto día, corren a esconderse y asilarse, junto a sus familiares, en distintas legaciones extranjeras. Buscan escapar del país por miedo al Gobierno, a las represalias del General José Tadeo Monagas y a la furia de la masa salvaje.
Esta noche los caraqueños se acuestan temprano y solamente los militantes del Partido Liberal transitan los oscuros callejones de Santiago de León. La única casa iluminada en el valle es la residencia presidencial, donde se ofrece un banquete y brindis por el final de todo una época.
-La República es nuestra- corean los presentes al son del chocar de las copas.  
Tomado de: Tintero Digital      Asunto Pais